Me parece lamentable la relación que mantienen algunos matrimonios como el siguiente: él una persona atractiva, que gana más que el 90 % de los mortales; ella universitaria, pero de profesión "ella misma"; tres hijos en edad escolar, al cuidado de una niñera permanente. No se quieren, apenas tienen relaciones, pero siguen juntos. Las razones son diversas: si ella decidiera separarse no disfrutaría del alto nivel económico que tienen; tampoco iría a las fiestas sociales como "Sra. de"; si le preguntan a él, seguro que les dirá que la separación supone un trauma para los niños. Yo particularmente creo que sólo existe un interés despreciable por parte de ella y una cobardía igualmente despreciable por parte de él. Los dos justificarán su situación "por los hijos", pero los hijos la mayor parte de las veces son una excusa. Mis padres se divorciaron y yo por eso no me considero una persona anormal. Hoy que soy mayor alabo la decisión que tomaron porque fueron honestos con ellos mismos y conmigo, no convirtiendo mi casa en el escenario de un teatro. Ningún hijo podrá echar nunca en cara esa decisión si con ella se posibilita que los padres puedan rehacer sus vidas, sin descuidar lo que el hijo precisa, sentirse querido. Y para tener esa sensación no hace falta estar todo el día juntos. He estudiado en colegios fuera de mi casa, de mi país y tampoco he estado con ellos, sin tener por eso la sensación de no ser querida.
La excusa de los hijos, insisto, esconde la mayor parte de las veces intereses materiales y cobardía, miedo a perder relaciones sociales, miedo a empezar de nuevo, etc.
Sorprendentemente, estas personas que dicen seguir con su matrimonio por sus hijos, se suelen quitar la máscara cuando un día descubren la infidelidad del otro. Entonces eso les puede más que los hijos y deciden separarse, iniciando batallas llenas de odio y enfrentamiento en las que curiosamente, entonces sí, los perjudicados innecesariamente son los hijos, pero eso parece no importarles, es más, los hijos se convierten en armas arrojadizas contra el otro.
Basta ya de hipocresía en el matrimonio.
La felicidad de un matrimonio que se separa no está reñida con la felicidad de los hijos. Por favor, que no se utilicen como excusa.
Un beso a todos los que hacen de la honestidad un lema en su vida.